Después de 2 largos años anhelando a mi Ama, vuelvo a ver su anuncio en internet y la contacto enseguida. Se alegra tanto como yo de volver a retomar el contacto y rápidamente nos ponemos de acuerdo y fijamos fecha para arrodillarme a su merced.
Me recibe semidesnuda, con un body de rejilla blanco y unas botas blancas por encima de las rodillas. Maquillaje oscuro y labios rojos como sabe que me gustan. Babeo nada más verla y tengo una gran erección mientras bajo detrás de ella por las escaleras y veo contonear su despampanante trasero.
Como era una costumbre, nos sentamos unos minutos a hablar para ponernos al día mientras ella fuma y espero su orden para desnudarme. Me coloca mi máscara de caballo, las rodilleras y el dispositivo de castidad que entra con dificultad dada la alegría de mi polla. Se sube encima de mi y me ordena pasearla hasta la otra punta de la mazmorra donde me espera la merienda: orín calentito de mi Ama para estar bien hidratado y galletas masticadas y escupidas por la Diosa Venus.
Embridado y maniatado, recibiendo golpes con las botas para un trote más vigoroso o nalgadas con su férrea mano, e incapaz de hacer otra cosa que no sean sus órdenes, llegamos a la meta donde m espera la merienda que me han preparado en un plato metálico estilo perro.
El plato tiene ese manjar que tanto deseo comer pues en mi sangre correrá el elixir destilado del cuerpo de esa Diosa que me tiene cautivado.
Un elixir que aromatiza la merienda como el mejor condimento.
¡Come y bebe mi orín! Me suelta Dómina Venus y subida a lomos de su corcel, su mano aprieta hacía abajo mi cabeza de potro, hasta que casi el champán de esclavo desborda el plato de la merienda.
Todo huele a orín fuerte de Diosa. Sabe que me gusta el orín fuerte aunque su gusto salado pueda parecer desagradable-
De Mi Dueña no hay nada malo más allá de los castigos que anelo tanto como su elixir.
El reencuentro fue fenomenal pues recorrimos todas las prácticas que más nos gustan realizar y el tiempo se tira encima.
Después de reponer fuerzas con la merienda, Mi Dómina inició mi adiestramiento equino haciéndome correr en círculo atado a una cuerda y recibiendo azotes mientras recorría la enorme mazmorra. El reto era levantar bien alto mis piernas asemejando un caballo desbocado mientras el cockholder golpeaba mi barriga.
Me encanta esa sensación de abandono en manos de mi Domadora más deseada. Y cuando me pone las pinzas con cascabel en los pezones mi doma adquiere tintes de concierto dando tumbos arriba y abajo. Parar con su silbido significa entonces tortura de pezones con sus dedos que luego hincan sus uñas rojas hasta hundirse en el pecho.
Pruebo una vez tras otra esa fantasía que me tiene atado a Mi Dueña.
A diferencia de mis pezuñas equinas, los pies de Mi Mistress son la delicia más fetichista que pueda imaginar y los devoro cuando entran a presion en mi boca para engulirlos mientras me patea con el otro mi dispositivo de castidad de manera malvada cada vez que mi adoración no le convence
Desde que conocí a Mi Señora no dejo de visitarla cuando recojo el tributo que se merece.